Me quedo con ese cuarto final; ya sé, los presentes (fuimos locales) me dirán que el entrenador rival hizo cambios gradualmente hasta dejar cinco suplentes, pero esos diez finales, cuando Javier decidió arrancarlos con Andrés acompañado por 2 cadetes y 2 juveniles fue una sonrisa al horizonte. Porque los pibes que tenemos en el club juegan bien en serio, no se achican y entregan momentos de buen básquet, redondeando un resultado por momentos obsceno, escuchando la chicharra final con un score que no duele, a pesar de los 27 puntos de diferencia, natural por ambas realidades, por ambas conformación de planteles, por ambos estados anímicos.Anoche las imágenes póstumas no conllevaron rostros demudados, sino tranquilidad, serenidad, esperando se termine esta primera parte del año tortuosa desde los resultados, con demasiados jirones colectivos que definitivamente, se solucionarán con un par de resultados positivos. Solo quedan dos jornadas y empezar a mentalizarse que recién allí se empezará a jugar la etapa que desde marzo sabíamos había que afrontar; cuando las 15, 16 o 17 derrotas queden sepultadas y arranquemos todos de cero. Dos semanas más, y terminaremos este pequeño vía crucis para salir a recorrer canchas con las mismas chances que los otros 9 competidores; claro, algunos seguirán estando un escalón superior al nuestro, pero me da la sensación que esta semana los desánimos de siete días atrás fueron apagándose, merced a ciertas buenas nuevas.
A priori, técnico y jugadores eran conscientes que enfrentábamos a un rival por encima de nuestras posibilidades, por lo que salieron a jugarle muy fuerte en defensa y salir del karma ese donde a los 10 minutos nos marcan mas de 25 puntos; faltaban apenas 3:33 para culminar el mismo y el tablero indicaba un paupérrimo 6-0 a favor de San Miguel, instante donde Lucas Quiroga encestó un triple para ver otro número diferente al cero en nuestro casillero, y seguir desandando los minutos restantes hasta finalizarlo 13-9 abajo, dándonos el gusto de haber estado al frente 9-8 restando 1:48.En el partido de ida, en el cuarto inicial nos embocaron 7 triples, aca solamente 1, en ese aspecto se aprendió la lección dolorosa de una rueda atrás.
El segundo cuarto transitó la misma tónica, aunque gradualmente el local (utilizó dicha condición en la cancha de Los Indios de Moreno) fue plasmando su mayor categoría, su mayor oficio, su mayor rodaje de conjunto para ir alejándose en el tanteador, marcar distancias con el goleo repartido, mientras que en el funebrero la posta la llevaba Leo (definitivamente, y reconocido por algunos de sus compañeros, el alma de este Midland), generando infracciones en el rival e ir a la línea de libres y convertir 7 sobre 8 (todos los de la primera etapa fueron efectuados por él), y terminar 32-19, lejos pero no inalcanzable.
Claro, siempre tenemos un cuarto bravo, donde dejamos navegar las mentes a la estratósfera, y como pasó en Ituzaingó, el tercero fue fatal: 25-8, un inicio fatal con 3 perdidas en 1:15 y el final 57-27 donde los ánimos iniciales de la tribuna menguaron definitivamente. Entonces nos dispusimos a presenciar el ingreso de los pibes.
Y los pibes ingresaron, se olvidaron del tanteador y decidieron jugar como lo hacen habitualmente los sábados en sus respectivas categorías. De Jonny y Diego no esperaba otra cosa porque ya son parte inamovible del plantel, pero fue un placer ver a Ezequiel Lobo; el Zeque tiene una categoría, una prestancia a los ojos ajenos que solo despierta comentarios elogiosos; ver a Juan Briosso hacer un tapón a un poste de 2,00 a escasos metros donde estaban orgullosos sus padres mirándolo gratifica, darme el gusto de ver por fin en la primera a Iván Ayala y presenciar su impresionante capacidad de salto...en fin, en estos tiempos de carestía y austeridad, está bueno comprobar que en Midland hay futuro, brillante, luminoso; no todo es gris. Se divirtieron, nos divertimos, y se dieron el gusto de ganar el último cuarto 23-20 y totalizar un 77-50 no tan decepcionante. Llegó el final con aplausos para todos, porque se hizo lo que se pudo, ante un rival sobrio y muy bien trabajado, encaramado en la pelea por algún ascenso.
Nosotros nos volvimos tranquilos, deseando que Leo Venezia siga así (una bestia robando balones, reboteando, marcando puntos), que los demás vayan complementándose; ciertas actitudes invitan a la esperanza: Andrés estuvo todo el día en cama, pero se levantó y dijo presente. No importa que no haya embocado nada y solo haya efectuado tres tiros, el deseo de estar junto a sus compañeros vale. Sergio no pudo avisarle a Javier que no iba a entrenar el lunes, e igual dijo presente en el gimnasio a pesar que el cupo de jugadores estaba completa; se quedó a un costado, alentando a sus compañeros, entendiendo mientras transcurrían los minutos que es importante para el DT y el equipo. Y el deseo para los que dijeron presente el lunes en nuestra cancha realmente se cristalice para la segunda parte del año. Porque si como ambos me dijeron, se compenetran con este proyecto, Gastón Bozzo y Adrián Carmagnola le darán un salto de calidad importante a este equipo. Con los que hay, mas ellos, tenemos equipo. Y el equipo va a aparecer cuando los porotos sean determinantes de verdad. Encima, con las espaldas excelentemente cubiertas con estos atrevidos de 15, 16 y 17 años que dan un toque de calor interior a este invierno crudísimo.
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